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Deben guardar, con una conciencia limpia, las grandes verdades[a] de la fe. 10 Que primero sean puestos a prueba, y después, si no hay nada que reprocharles, que sirvan como diáconos.

11 Así mismo, las esposas de los diáconos[b] deben ser honorables, no calumniadoras, sino moderadas y dignas de toda confianza.

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Footnotes

  1. 3:9 las grandes verdades. Lit. el misterio.
  2. 3:11 las esposas de los diáconos. Alt. las diaconisas.